Soy la tercera generación de abogados tributaristas de la familia. Mi abuelo fundó un despacho de asesoría fiscal en el Madrid en 1951. Por aquel entonces solo tributaban grandes contribuyentes; casas ducales, bancos, siderúrgicas o multinacionales recién aterrizadas en España. Mi abuelo, que era exfuncionario del ministerio de Hacienda, despachaba como en Mad Men, no se le veía la cara del humo mientras discutía con los inspectores fiscales fumando un cigarrillo tras otro. El despacho lo continuó mi padre y un gran amigo, también jurista, ellos vieron entrar a España en la UE y aprobarse en 1992 la Ley del IVA, un impuesto que nos era tan ajeno como incomprensible. Mi padre y su socio dejaron de fumar y sustituyeron las máquinas de escribir por los primeros ordenadores. Casi un siglo después hemos tomado el testigo dos de sus hijas, la pequeña y la mayor, y el hijo de aquel amigo de la infancia de mi padre.
Solo entre el 10-15% de las empresas familiares alcanzan su tercera generación. La razón es evidente: si los cambios por los que atraviesa el mundo “te pillan trabajando” estas muerto.
A los actuales socios, los grandes desafíos humanos y medioambientales a los que nos enfrentamos, como organización y como personas, nos preocupaban mucho. Sin embargo, no sabíamos cómo incorporarlos a un despacho profesional. El mundo de la sostenibilidad nos resultó grandilocuente, lleno de conceptos utópicos e inalcanzables. Siempre fuimos un despacho pequeño y discreto, de trato humano y personal, pero somos abogados y economistas, no expertos en transformación de organizaciones.
Necesitábamos aterrizar en una Pyme de tercera generación tanta utopía. Un método sencillo que nos ayudara a analizar todos los puntos sobre los que una organización debe reflexionar para sobrevivir en el SXXI.
Finalmente nos decidimos por la Evaluación de impacto B, para empezar con la gran transformación en lo individual y lo colectivo.
Desde el 10 de mayo de este año 2024 somos empresa B Corp Certificada. Pasar por su “check list” de verificación es hacer doscientas reflexiones sobre cómo te comportas tú y tu empresa ante los demás y el mundo. Una experiencia que recomiendo a cualquier organización que quiera no solo sobrevivir, sino dejar una huella significativa acompañando negocios y patrimonios en su expansión y conservación, creando una sociedad más justa e inclusiva y un planeta más sano.
Ser B Corp es una declaración de intenciones, un camino a seguir que empezó hace casi tres años, el tiempo que hemos tardado en certificarnos.
Hemos hecho un esfuerzo enorme en examinarnos y medir nuestro impacto social y medioambiental. La Evaluación de Impacto B es un marco metodológico integral, cuyo modelo evalúa cinco áreas clave:
- Gobierno: Evaluación y definición de la misión del despacho, ética, responsabilidad y transparencia.
- Trabajadores: Evaluación de beneficios para empleados, capacitación y ambiente laboral.
- Comunidad: Evaluación del impacto en nuestra comunidad, incluyendo diversidad, equidad, inclusión, impacto económico, donaciones y gestión de las inversiones.
- Medio ambiente: Medición del rendimiento ambiental relacionado con el uso de energía, gestión de residuos, conservación de recursos y gestión ambiental.
- Clientes: Evaluación de nuestros servicios y cómo afectan a nuestros clientes.
Evaluar nos ha hecho reordenar, tomar decisiones estructurales importantes y tener un plan estratégico con un norte del que nos sentimos orgullosos. Con el tiempo, esperamos que esta decisión transforme profundamente nuestra organización.
Como decía el famoso físico William Thomson (Lord Kelvin):
“Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.«
Por eso nos hemos sumado a este movimiento global de impacto, para tener un marco metodológico con el que medirnos y un faro ético al que apuntar.
No somos perfectos, pero intentaremos ser mejores con las personas que nos rodean y la casa común que habitamos.